21 agosto 2007

Amor de padre

Érase una vez un padre que siempre competía en “Ironman de Australia”, una prueba para deportistas de gran fuerza moral que consta de tres partes: al salir del sol, nadar en mar (o lago) un tramo de 4 kms, tomar la bicicleta de y recorrer 180 kms del tirón e, inmediatamente después, marcarse un maratón de 42.5 kms. Los campeones del mundo lo hacen más o menos en 8 horas 15 minutos.

Su hijo nació con parálisis cerebral, pero eso no le impedía mostrar admiración por la pasión deportiva de su padre. Tanto, que el padre decidió que competiría junto a su hijo. Entrenó a su lado durante años, hasta que, cumplidos sus 60, se dijo: “Es la hora”. Se inscribieron juntos en el Ironman y lo completaron en 17 horas (ver vídeo).

Fin del cuento… solo que no es un cuento, sino una historia real, sólo posible por el amor de un padre. Pudo dejar a su hijo postrado de por vida (hoy, muchos como él ni siquiera llegan a nacer). Apostó por amarle como a un hijo sano. Es el poder del amor, cuyos frutos son el Ironman, el ejemplo para millones de corazones y el éxito de una fundación. Y los frutos que no podremos ver. Otro vídeo, similar, con imágenes intercalas más allá de la Ironman.